Apareciste, en espíritu por que no podía ser de otra forma.
Y trajiste un soplo de presencia (¿injerencia?) en todos lados.
Al ordenar mis documentos que vomitaron tus papeles.
En el intento de sacar del coma a mi laptop, donde están tus canciones favoritas.
Cuando al llamar a mi casa marco a tu casa.
Cuando recuerdo que aún no he olvidado cuál es tu número de celular.
Me traiciona el subconsciente. Lo sé, lo admito.
Sin embargo, a pesar de la inestabilidad exterior, mi corazón sigue inmutable.
Sentí lo que sentí. Viví lo que viví.
Es hora de seguir.