domingo, 22 de agosto de 2010

La olla

Esta sopa viene de acá
Pasan de las 10.35, en una mañana cualquiera.
Conversación oída por casualidad en el bus, bueno parte de una conversación.

-¿Ya llegaste?
-A pues poneme la olla...
-Sí, ya voy por Santa María...ya voy a llegar
-Sí, pero poneme la olla de los frijoles para que cuando llegue solo los echemos...
-Vaya, pero poneme ya la olla para que esté hirviendo el agua cuando llegue.

La amable señora de la mitad de la conversación colgó. Espero que le hayan puesta la olla con el agua y que haya sido una joven sabia que recordara echarle unos cuantos dientes de ajo...digo, para que la sopa que se preveía para ese almuerzo no causara  ningún estrago estomacal...

Y ojalá le pongan masitas...y aguacate, arroz, crema, queso...

A veces, pequeñas cosas como esa me recuerdan que vivo en el país de las maravillas...

domingo, 8 de agosto de 2010

Luna lunera cascabelera

La imagen viene de aquí
Soy un animal nocturno. O animala, por aquello del género.

Desde que estoy en el colegio, el silencio, el frío, la luna y las estrellas me vienen mejor para trabajar, para estudiar, para sembrar las mejores ideas.

Después de las 8:00 de la noche, con la luna a medio cielo, me surgen las mejores ideas.

Será por que vi la luz bajo el cielo de cáncer y me rige más directamente que a los demás…

Dicen que la luna también influye en el 80% de agua que nos constituye. Sí, tenemos mareas internas.

Mareas que traen ideas, pensamientos, claridad, que despejan mi orilla de tanta cosa que trajeron las olas a la costa…

Según este sitio, “La Luna en Cáncer influye también en la imaginación, la fantasía, el sueño, la percepción de la noche, las obsesiones, los enamoramientos, las pasiones, la memoria y la comunicación”. Ven, no ando tan perdida entonces.

Los que considero mis mejores trabajos los he escrito después de las 6:00 de la tarde.

A las 3-4 de la mañana memorizo mejor cualquier cosa que tenga que aprender de semejante manera, así lo comprobé en seis años universitarios.

Y detesto las mañanas.
Su ajetreo, su movimiento, la necesidad de exprimir al máximo esas cuatro horas antes del mediodía, por que de ahí en adelante el día es en bajada…

Detesto madrugar, dejar mi cama cuando aún ni ha salido el sol o cuando recién sale el sol.

El horario regular está hecho al revés para mí, por que la noche, el cielo
estrellado y la luna me vienen mejor para escribir, para pensar, para sentir…