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Desde que estoy en el colegio, el silencio, el frío, la luna y las estrellas me vienen mejor para trabajar, para estudiar, para sembrar las mejores ideas.
Después de las 8:00 de la noche, con la luna a medio cielo, me surgen las mejores ideas.
Será por que vi la luz bajo el cielo de cáncer y me rige más directamente que a los demás…
Dicen que la luna también influye en el 80% de agua que nos constituye. Sí, tenemos mareas internas.
Mareas que traen ideas, pensamientos, claridad, que despejan mi orilla de tanta cosa que trajeron las olas a la costa…
Según este sitio, “La Luna en Cáncer influye también en la imaginación, la fantasía, el sueño, la percepción de la noche, las obsesiones, los enamoramientos, las pasiones, la memoria y la comunicación”. Ven, no ando tan perdida entonces.
Los que considero mis mejores trabajos los he escrito después de las 6:00 de la tarde.
A las 3-4 de la mañana memorizo mejor cualquier cosa que tenga que aprender de semejante manera, así lo comprobé en seis años universitarios.
Y detesto las mañanas.
Su ajetreo, su movimiento, la necesidad de exprimir al máximo esas cuatro horas antes del mediodía, por que de ahí en adelante el día es en bajada…
Detesto madrugar, dejar mi cama cuando aún ni ha salido el sol o cuando recién sale el sol.
El horario regular está hecho al revés para mí, por que la noche, el cielo
estrellado y la luna me vienen mejor para escribir, para pensar, para sentir…
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