Amo los libros desde que estoy pequeña. En algún momento mi ilusión fue esa: escribir un libro.
Amo los libros y ellos me aman a mí, por que ninguna lectura me ha defraudado. Al menos las importantes, las novelillas de Corín Tellado a cualquiera defraudan.
Mi romance con los libros empezó casi al mismo tiempo en que mi papá me regaló unas tiras de Mafalda.
Recuerdo que tenía libros de cuento sin las coberturas o solo con una. Aún ahora hay libros que tengo deslomados de tanto releerlos.
Hay libros que leído más de dos veces, más de tres veces. Y libros enormes que he leído día y noche hasta terminarlos.
Mi compañero inseparable de lectura es un lápiz, hb de preferencia.
Y todos mis libros están subrayados, con las esquinas dobladas, con párrafos marcados con corchetes, asteriscos, líneas, flechas, referencias a otros libros, significados de palabras.
Ese es el mejor regalo que me pueden hacer. Libros y libretas o cuadernos de pasta dura.
Me gusta el aroma de los libros, en especial de los viejitos, viejitos. De esos libros de biblioteca o de segunda mano que traen historias con ellos.
Y me gusta el aroma de los cuadernos nuevos, con sus páginas vírgenes.
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