El 29 y el 30 fui a trabajar en el servicio público colectivo. Para variar, por una vez en el año, llegué en un tiempo prudencial al trabajo.
Además de este portento, iban razonablemente llenas. No tuve, como en otras ocasiones dejar pasar miles de “costers” por que llevan a gente literalmente colgando de la puerta. Ni opte por mi eterno plan B, es decir abordar una 42C.
Por primera y única vez en el año pude salir pasadas las 8:00 de mi casa y llegar antes de las 8:30. Quisiera que esos portentos se repitieran más a menudo, fuera de los períodos de vacaciones, pero que va, los microbuseros, en especial nos seguirán deleitando con su especial sentido de la cortesía.
Uno de tantos días que iba yo apretujada en el micro, pero era mediodía y no iba a trabajar, el conductor se bajó para pedirle a un señor que se hiciera más al fondo. Por Dios dije yo, el que diga por favor no significa que esté respetando a los usuarios.
No entiendo por qué esas carreras contra los otros microbuses, que lo hacen subir a uno a toda carrera y aquellos arrancones de cuarto de milla que ni al caso para el servicio público. Y lo peor de todo, es que esta humilde reflexión no servirá de nada más que para mi desahogo.
¿Creen ellos que por decir “Por favor” son educados y respetuosos? Bueno, tampoco nos podemos quejar mucho por que los usuarios también nos dejamos. ¿Cuántas veces no nos hemos subido en un bus o microbús que viene hasta las ventanas de gente?
Eso tampoco ayuda. Pero en general creo que Don Respeto no viaja en bus.
En más de alguna ocasión golpié o patié o empujé a alguien en la subida o bajada o permanencia en el bus. Ah bueno, sí. Una vez hasta lo planeé.
Iba yo de regreso a mi casa de la u en un micro de la 5. El único asiento vacío era junto a un joven, ni apuesto ni educado, que no tuvo la cortesía de cerrar las piernitas cuando me senté junto a él.
Es más, si no mal recuerdo, hasta se acomodó más. Ante esto me indigné. Entonces, decidí vengarme, jajaja, sí como no V for vendetta. Total, en esa época andaba un mi gigantesco bolsón con varios libros –para variar estábamos haciendo una investigación bibliográfica- entonces, me dejó todo el camino con la ley de Horacio, “cómo que me gustara este indigesto”, pensé yo.
Total llegó la hora de bajarme y el tipo seguía muy campante dándole espacio aquello que ya conocemos. “Bueno time come has”, dije yo en mis adentros. Y cuando me bajé agarré el bolsón del tirante de manera q cuando me lo colgara del hombro le golpeara el hombro toda la carga bibliográfica que llevaba, además de imprimirle mayor fuerza al giro correspondiente.
Espero que le haiga dolido, jejeje. Pero en general, los golpes, apachurrones de dedo –el gordo podrá relatar una experiencia bailable sobre eso- y empujones han sido sin intención.
Aunque, en mi caso es producto del despiste, creo que las señoras que andan en buses las más peligrosas.
Por que golpean con las carteras, agarran el hombro de uno de mesita para colocar lo que sea que lleven, al agarrarse del asiento le agarran a uno el cabello, le meten las uñas, lo empujan por que la fila no avanza y siente que el bus se la va a llevar Dios sabe dónde –a lo mucho dos cuadras más-, le puyan el ojo a la gente, se bajan y en lugar de hacerse más adentrito en la acera y esperar que el bus se vaya para cruzar la calle¡¡¡¡¡ nooooooooo!!!!! Se plantan en frente de la puerta de lo que sea, con aquel montón de gente que se está bajando caramba, ¿¿¿¿¿¡¡¡qué no se fijan que son atraso??!!!! Y ya mejor ni sigo.
Bueno, total que al pueblo cuscatleco nos hace falta educación. En todos los aspectos…aunque, buscando ser justos. Siempre hay un microbusero buena gente que le para a uno enfrente de LPG cuando está lloviendo o que le avisa dónde bajarse cuando uno no conoce, eso, no lo neguemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Entonces, ¿vos qué decis? Dale, contame tu versión.